04 marzo 2006

La fotografía


A mi hermano Angel siempre le ha entusiasmado la fotografía, hasta el punto de que es un profesional pero lo mejor de todo es que no ha perdido el encanto del descubridor, del que cree que no todo está inventado. No sólo se interesa por esta técnica-arte sino que la combina con las ventajas de Internet y con su especial sensibilidad. Eso no creo que se aprenda, ¡es de nacimiento!-
Bueno, hace un tiempo encontré una referencia a la fotografía de un autor que me encanta, se llama Arturo Pérez Reverte y he leido todos sus libros (tengo que decir que alguno no me ha gustado, pero el 90 por ciento sí). El libro en cuestión es "La reina del sur" y lo que dice sobre el instante, el momento en que la foto capta la imagen, inmortalizándola y el pensamiento sobre ese instante.
¿El futuro está escrito en nosotros?, ¿alguien es capaz de leerlo?.
Personalmente pienso que no y que hay mucha ................que se aprovecha de los momentos de debilidad que todos pasamos en la vida. No obstante, la reflexión sobre la fotografía, a mi juicio (¡que no es mucho!) es preciosa.-

DICE ASÍ:

"Teresa tenía una foto en el bolso. La llevaba en la cartera desde hacía mucho tiempo: desde que el Chino Parra se la hizo a ella y al Güero Dávila un día que celebra­ban su cumpleaños. Estaban los dos solos en la foto, él llevaba puesta la chamarra de piloto y le pasaba un brazo por los hombros. Se veía bien chilo riéndose frente a la cámara, con su facha de gringo flaco y alto, la otra mano colgada por el pulgar en la hebilla del cinturón. Su gesto risueño contrastaba con el de Teresa, que apuntaba sólo una sonri­sa entre inocente y desconcertada. Contaba apenas veinte años entonces, y además de chavísima parecía frágil, con los ojos muy abiertos ante el flash de la cámara, y en la boca aquella mueca algo forzada, que no llegaba a conta­giarse de la alegría del hombre que la abrazaba. Tal vez, como ocurre en la mayor parte de las fotografías, la expre­sión era casual: un instante cualquiera, el azar fijado en la película. Pero cómo no aventurarse ahora, con la lección sabida, a interpretar. A menudo las imágenes y las situa­ciones y las fotos no lo son del todo hasta que llegan los acontecimientos posteriores; como si quedaran en suspen­so, provisionales, para verse confirmadas o desmentidas más tarde. Nos hacemos fotos, no con objeto de recordar, sino para completarlas después con el resto de nuestras vidas. Por eso hay fotos que aciertan y fotos que no. Imágenes que el tiempo pone en su lugar, atribuyendo a unas su au­téntico significado, y negando otras que se apagan solas, igual que si los colores se borraran con el tiempo. Aquella foto que guardaba en la cartera era de las que se hacen para que luego adquieran sentido, aunque nadie sepa eso cuan­do la hace. Y al cabo, el pasado más reciente de Teresa da­ba a esa vieja instantánea un futuro inexorable, al fin con­sumado. Ya era fácil, desde esta orilla de sombras, leer, o interpretar. Todo parecía obvio en la actitud del Güero, en la expresión de Teresa, en la sonrisa confusa motivada por la presencia de la cámara. Ella sonreía para agradar a su hom­bre, lo justo -ven aquí, prietita, mira el objetivo y piensa en lo que me quieres, mi chula-, mientras se le refugia­ba en los ojos el presagio oscuro. El presentimiento. Ahora, sentada junto a otro hombre al pie de la Melilla antigua, Teresa pensaba en esa foto. Pensaba en ella porque apenas llegados allí, mientras su acompañan­te encargaba los pinchitos al moro del hornillo de car­bón, un fotógrafo callejero con una vieja Yashica colgada al cuello se les había acercado, y cuando le decían que no, gracias, ella se preguntó qué futuro podrían leer un día en la foto que no iban a hacerse, si la contemplaran años más tarde. Qué signos iban a interpretar, cuando todo se hubiera cumplido, en aquella escena junto a la muralla, con el mar resonando a pocos metros, el oleaje batiendo las rocas tras el arco del muro medieval que dejaba ver un trozo de cielo azul intenso, el olor a algas y a piedra cen­tenaria y a basura de la playa mezclándose con el aroma de los pinchitos especiados dorándose sobre las brasas. -"

1 Comments:

At 10:07 a. m., Blogger Ángel Soler said...

Hola hermano, me ha parecido un texto muy hermoso, gracias. Creo que la fotografía es algo muy especial para todos, porque retiene momentos que sobreviven al paso de los años y nos hacen sentir de nuevo aquel tiempo. Pero es mucho mas especial para los que la amamos, porque nos permite expresar a través de ella, sentir a través de ella. Esta es una frase de Cartier-Bresson, uno de los fotógrafos mas grandes que existen, y que expresa muy bien lo que es la fotografía para aquellos que la amamos:
"Fotografiar es retener el aliento cuando todas nuestras facultades convergen para captar la realidad huidiza. Es colocar en la misma línea de mira la cabeza, el ojo y el corazón".
Un abrazo.

 

Publicar un comentario

<< Home